Un gatito empieza a cruzar las vías cuando un tren viene a toda velocidad. Haciendo uso de mis superpoderes lo envuelvo en una burbuja temporal, lo acelero y logro que llegue a salvo al otro lado. Pero el alma inmortal del gatito ha quedado atrás, y ha sido arrastrada por la máquina asesina, allá lejos, fuera de mi alcance, fuera del alcance de todos, hilacha invisible, despojo sin nombre. Pobre gatito, ahora me mira desesperado, sin alma, huérfano para siempre. Y ya no puedo hacer nada por él.
De 23 microcuentos, por Eduardo Abel Gimenez
dábale arroz, 2013
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